3 de octubre de 2008

La descarada


No le gustaba ser como las demás. Había ido toda su vida a contracorriente, desafiando a todo aquello que cruzara con ella la dulce mirada de la cordialidad. En clase o la odiabas o la amabas; tenía admiradores y fervientes enemigos que envidiaban el sarcasmo de su voz y reían con sus caídas.
Le gustaba llamar la atención. Se pintó el pelo de rosa, se enrrolló con el profesor de dibujo y, para más escándalo, se fue a vivir a un piso con otra chica y uno chico los cuales eran sus amantes. Su madre la adoraba, a pesar de sus rarezas, con su padre, sin embargo, no se hablaba desde que a los quince años tras una discusión nocturna, ella le mandó a la mierda y él le dio tal tortazo que con el golpe se le rompieron dos dientes. No tenía hermanos, no creía en el amor para siempre y, aunque no sé si para provocar polémica o no, se declaraba ninfómana.
Los vecinos y vecinas la observaban tras sus cortinillas. Cada tarde llevaba a cabo el ritual. Lentamente se desnudaba frente a un largo espejo que tenía en su habitación; sonaba la radio con música en inglés. Podían ver su cuerpo delgado paseándose a lo largo de la ventana. Tras el paseo, ella se tendía en la cama y cerraba los ojos. Los vecinos siempre intentaban ver más allá pero la distancia se los impedía. Sin embargo, a los pocos minutos ella empezaba a gritar. Gritos impúdicos, gritos obsenos, groseros, que daban urticaria a sus limpios vecinos, que no podían evitar comentar la desfachatez de la niña del tercero. Lo más aberrante es que siempre estaba sola en aquellas ocasiones. Todo el mundo sabía lo que hacia. Era una sinverguenza, una puta para qué negarlo, sólo una guarra podía hacer tales cosas...
Ella, rebelde como siempre, desafiaba con su indiferencia a aquellos que conspiraban sus espaldas y les sonreía cuando se encontraban por la escalera. "Qué descarada", decían, mirándola de arriba a abajo.
Pero, para qué negarlo, a ella le daba igual. Muy dentro de ella reía, porque sabía que tras las miradas cargadas de odio, sólo se escondía la envidia. "Ellos no saben disfrutar", decía cada vez que se desnudaba frente al espejo.
Sólo ella, en la soledad de su casa, sumida en su música, sabía llegar hasta los límites del placer. Nunca revelería su secreto a nadie...y mucho menos sus pies.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

A quien, y no más allá de su interior... no desearía ser así?

Olga Maillo dijo...

me a encantado el texto.

me pasaba por aqui :)

Jessi dijo...

muy lindo tu blog
y todas las historias que escribis...
besos, suerte :)

Gemma dijo...

Pero chica, cómo escribes! qué arte ! me encanta como relatas las historias...
con tu permiso te añado en mis blogs favoritos. Gracias por compartir, un saludo !

V de Vértigo dijo...

me encanta tu blog!

Anónimo dijo...

Persevera, Aprovecha la fuerza de tu juventud, es la belleza pura. temporal. Caí en tu blog... Sin saber como. Te leí y como tengo la costumbre de siempre contestar, te comento.

Brotar de arte es la liberación del espíritu curioso e investigador del ser humano.
Somos meros transmisores de la obra que busca su manifestación. Nos usa para ser y tomar forma.
Esta es la vida y naturaleza que se quiere descubrir, que debe brotar hasta la plena liberación de la obra que es dueña de si.

http://sexpresion.blogspot.com

Que no te confunda el nombre del blog, es arte y poesía.

Mi dedicación, defender a la mujer con mi modesta creación, como el libro Shock o la obra de teatro huella de cinturón,que me utilizaron a mí para tomar cuerpo. Ambas contra el maltrato.

disfrúta de el si te place, como yo he disfrutado de tu música, por que tus palabras es lo que són.
Una sinfonia de elegancia y busqueda de la verdad.


Omm Krixis.

Yeli dijo...

Muy bueno. Pasé a saludar.
Un abrazo
Yeli