11 de mayo de 2008

El abrazo

Las prisas y los silencios la arrastraban. El aire olía a incomprensión. Estaba sola en aquellas calles atestadas de autómatas que corrían hacia su rutina. Muchas veces buscaba entre los transeúntes alguna luz especial; no sabía qué quería encontrar pero se afanaba en observar mientras era arrollada. Todos los días, tras el trabajo, volvía a casa con las esperanzas rotas. El negro lo llenaba todo: trajes negros, carpetas negras, cielos negros amenazando tormenta. Pensó en ser una más de aquella masa oscura que avanzaba veloz, pero la traicionaba su deseo de inconformidad, aquella maldita manera de anhelar siempre más.
Su corazón se rompió una y otra vez con cada sueño, el tiempo fue pasando, la vida no le dio oportunidades que aprovechar.
Pero cuando todo estaba perdido, lo imposible se hizo realidad. La masa tiraba de ella, las nubes trémulas avisaban la cercanía del huracán. El mismo lugar, la misma escena de siempre. Y, sin embargo, sus ojos se cruzaron con los ojos de uno entre tantos. Él también era arrastrado y, a diferencia del resto, le regalaba una sonrisa tierna. La lluvia caía, fina, sobre las manchas que aumentaban la velocidad. Se saludaron, azorados, sintiendo una extraña sensación.
Pero ella notó que cada vez estaban más lejos el uno del otro, más gente les separaba. Él la llamaba, pidiéndole que le esperara, pero la muchedumbre no paraba. Con todos sus esfuerzos, trató de frenar, pero no pudo. Poco a poco fue perdiéndole. Acongojada, sollozó, confundiéndose sus lágrimas con la lluvia y el frío del viento con el sentimiento de tener helado el corazón.
Entonces descubrió la forma de rebelarse. Era sencillo, sólo tenía que ir hacia el lado contrario. Chocándose con la gente que protestaba a su paso, buscó señales de él. Puso todo su empeño pero no consiguió verle. Defraudada, se quedó quieta mirando al suelo.
Unos brazos la rodearon cuando menos lo esperaba. Asombrada, golpeada por la ternura de aquel contacto humano, se fundió en un abrazo con aquel desconocido. Nunca había sido tan feliz.

1 comentario:

Amylois dijo...

Que historias cuentas tan tiernas y bonitas. Me ha gustado mucho.
Es como aquella moda de ABRAZOS GRATIS!!! jejeje, realmente hay tanta gente que lo necesita...
saludos !!